domingo, 24 de julio de 2016

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

¡Buenas! Adivinad quién está de vuelta. Exacto, llevo casi dos meses desaparecida, pero no pasa nada, sigo viva. He tardado como una eternidad en leer Cien años de soledad, pero se debe a que, como ya he mencionado alguna vez, sólo leo en el metro y ahora que no tengo clase pues voy algo menos en metro. Lo importante es que ya lo he terminado, me ha encantado y ya tengo siguiente lectura.

¿Qué os puedo contar de esta novela que no sepáis? Supongo que la conocéis de sobra, ya sea porque os la han mandado leer en el instituto o porque habéis estudiado al autor en clase. Un profesor me dijo que era una maravilla de libro y, bueno, lo encontré por casa y había que darle una oportunidad. ¡Opción acertada!

La novela iba a ser una narración de la infancia del autor colombiano, pero mezcla elementos imaginarios y reales haciendo uso de un lenguaje muy poético y, sin embargo, fácil de seguir y comprender. Apenas tiene unas líneas de diálogo en casi quinientas páginas y los capítulos son muy muy muy largos, así como los propios párrafos. Normalmente no me gustan los libros que apenas contienen diálogo y que están escritos con oraciones enormes, con oraciones compuestas subordinadas que contienen más subordinadas que a su vez contienen paréntesis, sencillamente porque me pierdo a mitad de párrafo y ya no sé ni lo que estaba leyendo. Pero la forma de expresarse y de enlazar todo hace la lectura muy amena. Da tremendos saltos en el tiempo y entre personajes y apenas te das cuenta. Por ejemplo, comienza un capítulo hablando de que alguien ha muerto y en el mismo párrafo, sin poner un punto, te habla de ese mismo personaje hasta que finalmente llega el momento en el que muere. El espacio y el tiempo no son utilizados de la forma habitual, ya que la historia no está ni geográfica ni temporalmente situada. Nos puede dar una referencia la descripción del pueblo y cómo llegan a él y, en cuanto al tiempo, depende de cada personaje, ya que algunos lo perciben lineal y rápido mientras que otros lo perciben circular y lento. Sin duda, el lenguaje y la narrativa utilizadas es lo que más me ha gustado con diferencia.

Otro aspecto que de verdad me ha dejado enamorada de esta novela es la evolución de los personajes. La historia transcurre en una casa de Macondo, un pueblo que fundaron los dos primeros protagonistas del libro. A partir de ahí, se suceden los líos amorosos, los hijos deseados y los bastardos, los incestos, las desapariciones de hijos en busca de aventuras, los intentos por modernizar el pueblo, etc. Es imposible no encariñarse con los personajes según transcurre la historia. Aprendes cómo piensa y cómo es cada uno, lo que le gusta y lo que no, cómo es su carácter y cómo éste va cambiando con los distintos acontecimientos.... Cómo la que empieza siendo una joven recién casada termina siendo una sabia tatarabuela que ve como cada generación se parece a la anterior desde que nace hasta que muere.

Sin duda alguna esta novela estará en mi top 10. Por una parte recomendaría que no lo mandaran leer en los institutos porque no es un libro que puedas leer en una semana deprisa y corriendo; lo único que se va a conseguir es que más y más alumnos aborrezcan la lectura en general y esta maravilla en concreto. Pero, por otra parte, me daría pena que apenas unos cuantos se decidieran a leer Cien años de soledad.

El ejemplar que yo he leído es como el de la fotografía. No he querido leer el estudio de Joaquín Marco para que no influyera en mi interpretación y opinión. Yo dejaré aquí mi opinión y espero que a alguno le pique el gusanillo.

miércoles, 1 de junio de 2016

La sombra de la memoria, Susan Crawford

¡Buenas! Me ha llevado un poquito más de lo que pensaba, pero ya he terminado la corta novela de Susan Crawford, La sombra de la memoria. Recuerdo un poco lo que ya os conté. La protagonista se llama Dana Catrell y sufre un trastorno bipolar que está a punto de alcanzar su fase maníaca, por lo que se siente llena de energía, sus sentidos están al 100% y apenas puede dormir. Está casada con un abogado que resulta bastante desagradable desde el principio y tiene un hijo que ya está en la facultad. Dejo ya la sinopsis:




"Dana Catrell duda de sus recuerdos y ya no confía en sí misma.

Cierra los ojos e intenta recordar qué fue lo último que le dijo a Celia, algo parecido a 'no quiero volver a verte en la vida'.

Ahora Celia está muerta, y algo se esconde entre las sombras de su memoria. Como recordar que la noche anterior discutió con su amiga... pero no si fue ella quien la mató."



Como ya dije en la anterior entrada, los capítulos están escritos desde el punto de vista de Dana y del policía que lleva el caso, Jack Moss. A pesar de que el principio me parece bastante flojo y que tiene fallos sintácticos (supongo que es cosa del traductor o traductora), la historia empieza a remontar hacia la mitad, cuando ya llevan varias líneas de investigación y tienen varios sospechosos. Además, el trastorno de Dana va haciendo acto de presencia, pero por su afán de intentar descubrir la verdad no va a ver a su doctora.

Tanto los personajes como la historia están bien construidos, los diálogos son bastante naturales, así como las situaciones y los lugares descritos. La investigación sigue un curso lógico, sin saltos repentinos e inexplicables ni pistas a medio seguir. Aunque te hacen dudar entre varios sospechosos hay un momento en el que te dejan muy claro quién ha matado a Celia.

Como pega puedo ponerle el que cuesta que te enganche. Los hechos transcurren con lentitud y hay poca interacción entre los personajes. Este libro no estará entre mis favoritos, pero tampoco me ha disgustado, así que si tenéis la oportunidad de leerlo, tampoco va a suponer un gran esfuerzo.

¡Y no tengo más lectura hasta el momento! Seguiré leyendo, pero cositas sueltas que tengo por casa que no sé si comentaré, la verdad. Ya iré viendo. ¡Buen verano!

miércoles, 18 de mayo de 2016

La sombra de la memoria, Susan Crawford, próximamente.

¡Buenas! Acabo de terminar los exámenes, por eso he tenido el blog un poco abandonado últimamente. Empecé hace casi un mes el libro que nombro en el título y, bueno, estas dos últimas semanas apenas he leído cuatro días y sólo a la vuelta de los exámenes. He de decir que al principio no me gustó mucho. No está ubicado en ninguna parte concreta y, no sé si es fallo del traductor o de la escritora, pero hay algunos problemas sintácticos con los objetos indirectos, por lo que me perdía y no sabía si estaba hablando de un chico o de una chica, si seguía hablando de la misma persona o había cambiado.

Obviando esos errores, el desenlace de la historia pinta bien. La trama avanza lentamente, pero no se hace tampoco pesado de leer. La protagonista, Dana Catrell, sufre un trastorno bipolar, por lo que a veces su memoria falla. Y si a esto le añadimos una buena borrachera... ya no sabe si ha matado a su amiga o no. Cada vez que intenta recordar qué ocurrió, sólo es capaz de visualizar algunas partes poco alentadoras que indican que ella es la asesina. Sabe que se está quedando sin tiempo, que tiene que ir a ver a su psiquiatra antes de que la fase maníaca haga acto de presencia, pero no puede dejar de intentar averiguar qué pasó aquella tarde. Además, parece que alguien la observa y le manda notas amenazantes, pero, ¿y si se lo está inventando?

Otros capítulos están escritos desde el punto de vista del policía que lleva el caso, Jack Moss, cuya vida personal es bastante complicada y se ve envuelta en el caso de asesinato. Me gusta sobre todo cómo está descrito el lenguaje corporal de los sospechosos y cómo lo interpreta, además de su forma de hablar en general.

Llevo más de medio libro, espero terminarlo para esta semana y tener la entrada para la siguiente. Ahora leeré más lento, porque me he acostumbrado a leer en el metro en la ida y la vuelta de la universidad y ahora que he terminado leeré en casa, pero leo mucho más lento. Ya iréis teniendo noticias mías.

jueves, 21 de abril de 2016

La chica del tren, de Paula Hawkins.

¡Novelón! En serio, por fin entiendo todo el revuelo que hubo con esta novela. Es que realmente lo merece. No sé por dónde empezar, así que os hablo primero de la autora. Paula Hawkins, de 43 años, se mudó a Londres a los 17 años, donde estudió política, economía y filosofía en Oxford. Trabajó durante más de quince años como periodista, escribiendo por ejemplo para The Times. Ha escrito otros libros antes, pero ninguno con éxito comercial. La chica del tren le llevó seis meses finalizarla y ha vendido millones y millones de copias. Dejo ya la sinopsis:

"De lunes a viernes, Rachel toma el tren de las 8.04 que va de Ashbury a Euston, en Londres. Es una de esas rutinas inquebrantables: el mismo paisaje, las mismas casa, los pasajeros de siempre y el semáforo donde el tren se detiene unos segundos. Es entonces cuando observa desde la ventanilla a una pareja que desayuna tranquilamente en la terraza de su casa. Incluso les ha puesto nombre: a él, Jason; a la mujer, Jess. Él podría ser médico; ella seguramente tiene alguna profesión liberal. Para Rachel son lo más parecido a una pareja ideal, y le recuerdan a ella y a Tom cuando vivían juntos en el número 23 de esa misma calle. En aquella época Rachel era feliz. Aún no estaba sola ni tenía
problemas con la bebida... Un día, mientras intenta olvidar las miserias de su propia vida, ve algo a través de la ventana del tren que echa por tierra aquella imagen idílica que se había ido construyendo de la pareja. A medida que los días avanzan, Rachel se ve envuelta en una espiral de extraños acontecimientos que unen inexorablemente su destino con el de Jason y Jess, cuyos verdaderos nombres son Scott y Megan...y que lo son todo menos la pareja perfecta."

Sinceramente, cuando leí la sinopsis y los comentarios de la revista del Círculo de Lectores no me llamó para nada la atención, me dio la sensación de que iba a avanzar lentamente y que iba a ser una novela romántica, por eso no la leí cuando estaba en boca de todos. Sin embargo, me he llevado una grata sorpresa.

Tiene como protagonista a tres mujeres: Rachel, Anna, que es la nueva mujer del exmarido de Rachel, y Megan, la mujer de Scott, y la autora toca temas como el alcoholismo, las infidelidades y la violencia machista. Al principio, gran parte del protagonismo lo tiene Rachel y poco a poco va introduciendo la vida de Anna y la vida de hace un año de Megan hasta llegar al presente (en el anterior post describo cómo están estructurados los capítulos). Además, tienen una peculiaridad y es que algunos capítulos comienzan abruptamente como si el personaje estuviera hablando en ese mismo instante y, enlazando sin que nos demos cuenta, explica cómo han llegado a esa situación y continúa desde ahí. Me ha gustado mucho esa forma de organizar los hechos.

Desde el primer momento engancha porque va revelando los secretos de cada una conforme avanza la novela, pero lo hace de tal forma que no te puedes perder el hilo de la historia. No quiero hacer spoiler, así que sólo diré que hay un asesinato, pero éste está en un segundo plano. Quiero decir que, a pesar de ser el desencadenante de la historia, no seguimos el transcurso de la investigación  como se haría en una novela policiaca. Sin embargo, vamos descubriendo la verdad con el paso de las páginas, una verdad que une a las tres protagonistas de una forma totalmente inesperada.

 Por otra parte, está tan bien escrita que es imposible no empatizar con las tres mujeres. Conforme lees, vives en primera persona las lagunas que sufre Rachel por su borracheras, puedes sentir la frustración cuando parece que va a recordar algo y de repente se desvanece. Puedes sentir el miedo de Anna a que Rachel, que es mentalmente inestable y sigue enamorada de Tom, destruya su familia. Y la historia de Megan es realmente desgarradora. No es una novela con la que necesites releer la última página si hace varios días que no lees; es imposible olvidar ni un solo detalle de lo que ha ido ocurriendo. La historia, bueno, historias realmente, son tan sumamente interesantes que recuerdas todo lo que ha pasado.

No puedo evitar comparar esta novela con la que leí anteriormente (Desparecida, de Romano de Marco) a pesar de que la primera es un thriller psicológico y la segunda, una novela policiaca. Pero es por el hecho que ya he comentado de que el caso pasa como a un segundo plano. En Desaparecida, no seguimos el transcurso de la investigación como se hace, por ejemplo, en las novelas de John Verdon (ver Controlaré tus sueños), pero tampoco les sucede mucho a los personajes, realmente, nada que merezca ser narrado. En cambio, La chica del tren te mantiene enganchado por las ganas de saber qué ocurrió en el pasado de Rachel y en el presente que no puede recordar por el alcohol, quieres conocer también la historia de Anna y, por supuesto la de Megan, porque es un personaje psicológicamente muy profundo.

Queda recomendadísima, me ha quedado un sabor de boca estupendo al terminarla, todo bien zanjado y resuelto, ni un cabo suelto. Esta novela entra claramente en mi top 10.