jueves, 3 de marzo de 2016

Capítulo 42 (págs. 238-241)

"-Me encantaría saber más de ello -dijo Gurney-, suponiendo que no sea demasiado académico.

-Es una descripción práctica de cómo puede romperse el poder de una maldición. La clave está en comprender cómo funciona una maldición de vudú, cómo ocasiona la muerte de la víctima.

Madeleine enarcó una ceja.
-¿Está diciendo que esas maldiciones matan realmente a gente?

-Sí. De hecho, la maldición de vudú podría ser el arma asesina más elegante.

-¿Cómo funciona? -preguntó Gurney.

-Empieza con la fe. Creces en una sociedad donde todos creen que el doctor hechicero posee poderes extraordinarios. Te dicen que sus maldiciones son fatales y oyes historias que lo prueban. Confías en la gente que te cuenta esas historias. Y, finalmente, ves la prueba por ti mismo. Ves a un hombre al que han maldecido. Lo ves marchitarse y morir.

Madeleine parecía aterrorizada.
-Pero, ¿cómo ocurre eso?

-Ocurre porque la víctima cree que está ocurriendo.
[...] No es tan complicado. Nuestras mentes buscan constantemente relaciones de causa y efecto. Es necesario para sobrevivir. Pero, en ocasiones, nos equivocamos. El hombre que sabe que está maldito, que cree en el poder de la maldición, se siente aterrorizado porque cree que la maldición lo ha condenado. En su terror, su apetito disminuye. Empieza a perder peso. Ve la pérdida de peso como una prueba de que el proceso de morir ha comenzado. Su terror aumenta. Pierde más peso, se debilita poco a poco, queda físicamente enfermo. Ve esta enfermedad (el producto de su propio miedo) como el resultado de la maldición del doctor hechicero. Cuanto más se aterroriza, peores son los síntomas que alimentan su terror. Muere porque cree que está muriendo. Y su muerte solidifica la fe de la tribu en el poder de la maldición.
[...]

Se produjo un silencio frágil, que rompió Madeleine:
-¿No empezó diciendo que había una forma de romper el poder de la maldición?

-Sí, pero no es del modo que se podría imaginar. Una persona con mentalidad científica podría intentar convencer a la víctima de que el vudú es absurdo y que sólo funciona con gente dispuesta a creer ese absurdo. El problema de esa estrategia es que normalmente fracasa, y la víctima muere.
[...] Porque subestima el poder de la fe. Cuando colisionan, los hechos no son rivales para las creencias. Podríamos pensar que nuestras creencias se basan en hechos, pero la verdad es que los hechos que aceptamos se basan en nuestras creencias. El gran engreimiento de la mente racional es que los hechos son en última instancia convincentes. Pero eso es una fantasía. La gente no muere por defender los hechos, muere por defender sus creencias.
[...] El truco es aceptar el poder, no desafiarlo.
[...]Un psiquiatra occidental había tomado la estrategia de la lógica y el desprestigio, pero no había logrado efecto positivo alguno. Yo tomé un camino diferente para llegar a la mente de ese hombre. Para abreviar, le dije que, en el pasado, el doctor hechicero local había utilizado mal el poder tremendo del vudú para su propio enriquecimiento y que los espíritus le habían arrebatado el poder. Le expliqué que, para mantener su posición, para impedir que la tribu se diera cuenta de que le habían privado de su magia, el doctor hechicero había recurrido a envenenar a sus víctimas. [...] Describí un proceso creíble del envenenamiento [...] Mientras hablaba, veía que los detalles de la nueva historia arraigaban en su mente. Al final, funcionó. Lo hizo porque el hombre podía aceptarlo sin abandonar su creencia fundamental en el poder del vudú.

[...]

-Entonces, ¿está diciendo que salvó la vida de la víctima inventando una historia?

-Dándole una alternativa a la forma en que comprendía su dolor.

-Pero era mentira.

-¿Y eso le molesta? Tal vez sea demasiado idealista.

-¿Porque valoro la verdad?

-Quizá la valora demasiado.

-¿Cuál es la alternativa? ¿Creer mentiras?

-Si le hubiera contado la verdad a ese hombre obsesionado (que el vudú no tiene ningún poder inherente, que no es más que una ilusión que lleva a la víctima a un suicidio lento), no me habría creído. Dado su historial y su cultura, no hubiera podido creerme. Habría desdeñado mi verdad como un absurdo herético. Y como resultado habría muerto."

John Verdon, Controlaré tus sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario